Jojo Rabbit y el Fanatismo Político

Nominada a mejor película en los Oscar y los Globos de Oro “Jojo Rabbit” narra la historia de Jojo, un niño de 10 años, que a pesar de su corta edad se muestra como el mayor fanático del nazismo. Jojo pronto se enrola en un campamento para jóvenes nazis en donde se ponen en juego sus valores y se le obliga a profundizar su odio por los judíos. Mientras Jojo intenta ser la mejor copia de Hitler, su madre es una aliada de la oposición y ayuda a refugiados judíos de la guerra. En este contexto, la madre de Jojo esconde a una niña judía en su casa, cuando él la descubre reflexiona y entiende que vivía en una mentira donde su fanatismo lo cegaba a comprender que los judíos eran exactamente iguales a él. Es en ese momento cuando el odio comienza a transformarse en amor.

Al ver “Jojo Rabbit” fue inevitable relacionar la trama de la película con lo que está ocurriendo en nuestro país. El fanatismo nos está tapando los ojos para llevarnos a una polarización sin retorno. Basta con hacer un breve recorrido por redes sociales para percatarse que las opiniones sólo se toleran en blanco y negro sin espacio para los matices. Sumemos que la violencia que leemos en estos espacios digitales son tan brutales como las que acciones de quienes han destruido nuestra ciudad. Funas, insultos, persecuciones, amenazas abundan por estos días en estos espacios como un peligroso juego entre buenos y malos. Asustan algunos y algunas que aprietan los teclados de sus teléfonos como verdaderas armas de guerra. Por otro lado los niveles de debate carecen de información fidedigna dedicándose a esparcir mentiras o fake news. La idea es simplemente atacar por atacar, desprestigiar por desprestigiar u odiar por odiar al igual como Hitler le pedía a Jojo que lo hiciera contra los judíos.

El neofascismo de lado y lado se expande por el mundo usando al odio, al miedo y la desinformación como sus principales motores de crecimiento. La grieta que está construyendo este tipo de fanatismo en nuestro país es el verdadero precipicio al que debemos temer. Depende de cada uno de nosotros dejar atrás las prácticas de odio para convocarnos a defender la democracia, promover la fraternidad y buscar los caminos para construir acuerdos.

Alejandro Bernales