Dinamitando los Sentados Frente al Mar

Con preocupación hemos visto en el último año una serie de señales atentatorias contra las artes y las culturas a nivel nacional. Recortes de presupuestos a centros culturales, eliminación de fondos para el fomento del cine chileno, la persecución de eventos culturales por el simple hecho de contener en su programación a artistas contrarios a las ideas de Gobierno y ni hablar del “traspié” del Ministro Rojas.

El desprecio por las artes es evidente y la falta de profundidad para poder abordar el complejo mundo de la creación y del patrimonio están a la vista. Lo que está ocurriendo hoy con los “Sentados Frente al Mar” es una prueba más de aquella mirada donde el arte es visto solo como una cuestión decorativa. Desde esa lógica, propia del siglo XVII, las artes son nada más que un adorno desechable que debe satisfacer los cánones de belleza de la corte real.

Eliminar a los “Enamorados” se ha instalado como una campaña que habla sólo desde lo superficialidad de lo lindo y lo feo dejando de lado el contexto, la historia y todo el impacto que significa esta obra para la ciudad. Las voces de los especialistas no han sido consideradas y se ha pasado a llevar al autor de la obra, incluso en conceptos tan básicos como los derechos de autor.

Estamos de acuerdo, la costanera de Puerto Montt necesita una renovación, pero cuestionar al único elemento que funciona y que atrae a visitantes a nuestro abandonado borde costero es completamente injusto. Deberíamos estar proponiendo soluciones para temas de fondo que si le importan a la ciudadanía, como la inseguridad, malos olores, veredas destruidas, juegos infantiles usados como baños públicos o el mismo terminal de buses, son algunos de los desafíos que nos deberíamos plantear.

La consulta que realizará hoy el MINVU tiene un sesgo, propone la construcción de una nueva escultura sólo si la ciudadanía decide destruir a los enamorados. La pregunta es, por qué no pueden ser ambas opciones. Que se mantengan los enamorados y que se construyan nuevas obras en el borde costero o en la isla Tenglo, que entreguen alegría y orgullo a nuestra ciudad. La invitación es a que fortalezcamos el arte en los espacios públicos, en conjunto con la ciudadanía sin dinamitar lo que ya existe.

Alejandro Bernales